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ToggleRecuerdo perfectamente cuándo me encontré aquellos bulbos por primera vez, eran muy parecidos a las cebollas de los tulipanes. Nunca me imaginé que de aquellas raíces brotaran unas flores tan bellas. Me empeñé en saber su nombre, y después de una búsqueda intensa en internet durante un tiempo, lo descubrí. Se llamaba Scilla latifolia y era un endemismo de Las Islas Canarias. ¡Bingo! Me pareció emocionante.
Una tierra, Canarias, llena de endemismos
Un endemismo es una especie que se da solo en un lugar en concreto. En ninguna otra parte del mundo podrás encontrar algo igual, y si lo hay, fue llevado de su lugar de origen. Son especies que están desde mucho antes que la humanidad, da vértigo pensarlo.
Dicen que este endemismo se da en casi todas las islas, yo encontré los bulbos en La Orotava, en la isla de Tenerife. Y el hallazgo concretamente fue en los jardines de una casa que cuenta con más de cuatro siglos. El nombre es otra historia, porque también tuvo tela la investigación, pero mi corazonada de que podía ser un endemismo se hizo realidad.
Encontré las Scillas porque era imposible no verlas
Aquellas cebolletas, en verdad que me parecieron otras plantas, pero tampoco es que sea una experta en jardinería. En aquel entorno había otras plantas de cebolleta, y varias eran endemismos de Canarias. Encontré las Scillas porque era imposible no verlas, sus cebolletas apiñadas sobresalían de la tierra como una prolongación de las que estaban bajo ella.
Las Scilllas latifolias se hicieron esperar
Durante unos diez meses de aquellas cebolletas que parecían rizomas, no germinó nada, ningún brote, ningún atisbo de retoño.
Pasó la floración de los nísperos por febrero, y hasta de los almendros. Más tarde afloraron los ciruelos, llegaron las uvas en verano. Tardías orejas de burro nacieron junto a la aljibe. Las margaritas que florecieron en primavera se volvieron a abrir en otoño. Pero si aquello era un endemismo de Las Islas Canarias, no parecía ir a nacer nunca.
Entonces, cuando ya casi había perdido la esperanza, pasando ya algunos días de noviembre, brotó la vida. Venían en camino, en forma de punta de diamante y de color verde esmeralda, los retoños de las Scillas Latifolias. Me embargó una emoción nerviosa, chispeante, podían ser tulipanes, o podían ser cualquier otra planta. Tenía muchas ganas de saber que me deparaba la naturaleza, podía hasta ser una planta endémica.
Descubrir la Scilla latifolia un endemismo de Las Islas Canarias
Aquellas cebolletas que permanecían fuera de la tierra se empezaron a matizar de verde claro. Y en tan solo una semana, le empezaron a crecer hojas alargadas en forma de lanza. Del centro un pequeño tallo, como en las magnolias, o como en el tulipán, crecía hacia el cielo. Una especie de cucurucho copado de botones cerrados, tal que una espiga, parecía ya la flor, pero faltaba por llegar lo mejor. Todos aquellos pimpollos en la punta de la vara, se abrieron. Y entonces se dejaron ver unas florecillas color lila acariñado, preciosas, espectacular.
Investigando la procedencia de las Scillas latifolias
Luego de conocerlas y disfrutarlas poco más de 3 semanas, empecé a buscar información de aquella planta que nunca había visto. Durante un tiempo sin ningún dato, solo algunas características evidentes, busqué en Internet sin éxito. Miré muchos endemismos de Las Islas Canarias así como otras plantas que no lo eran, pero no la encontré. No fue tarea fácil, pero el que la sigue la consigue, y después de un tiempo la localicé.
La señora Scilla latifolia un endemismo de Las Islas Canarias
Pertenece esta amiga a la familia de las “Asparagaceae”, todo un palabro de la botánica. Esta familia la integran unas 90 especies conocidas, puede haber más. La Scilla es una de esas especies y tiene 8 hermanas, entre ellas la Scilla latifolia.
Es posible que en lugar de conocerla por Scilla latifolia en otros lugares de Canarias o en Marruecos, sea conocida por Cebolla albarrana mayor. En estos dos territorios de España es donde se da la Scilla Latifolia.
La Scilla latifolia se da en terrenos sin casi tierra como muchos endemismos de Canarias
Ya les dije que cuando la encontré sus cebolletas sobresalían de la tierra en forma de montículo. Eso viene a decir que en poca tierra germinan, o sea que en jardines pedregosos, con poca tierra o en macetas, siempre que sea suelo bien drenado, se dará estupendamente. Yo las encontré en un lugar sombreado por los árboles del jardín. Pero a medida que las fui trasplantando lo hice en lugares soleados, e igualmente florecía en noviembre preciosas. También he de decir que el clima en la zona norte de Tenerife, ni en ninguna isla de Canarias, en las medianías, no es extremo.
Una planta de poca agua y terreno que drene
Las Scillas latifolias no son de mucha agua, y además como ya dije, que drene rápido no se vayan a podrir los bulbos. Y al parecer, el mejor momento para hacer la división de las cebolletas y así poder trasplantar, es cuando las hojas amarilleen.
Una amiga de Canarias que regresa en los otoños
Desde aquel entonces que las descubrí han estado rondando mi vida. Y es que una disfruta mucho con su belleza, con ese olor a trebina mojada. Vivo con la emoción de recibir a una querida amiga cada año en otoño. Y si tenemos la fortuna de que llegan las lluvias por esos tiempos, un manto verde adorna a las Scillas latifolias, ese endemismo de Las Islas Canarias, aparentan las reinas del jardín.
Gracias por tu tiempo.