No nos cansaremos de hablar de los mil y un encantos escondidos que posee cada una de las islas. Y en este caso le toca a una de las grandes. Hoy nos acercaremos al Bufadero de la Garita, en Gran Canaria. Un rincón que te atrapará ofreciéndote un auténtico espectáculo natural lleno de vibrante energía y calma algo tensa a la vez. La fuerza del mar y las caprichosas formaciones volcánicas esculpidas por sus aguas se funden en sonoro enlace natural regalándonos un auténtico banquete de imágenes increíbles.
Qué es un bufadero
En unas islas de carácter eminentemente volcánico como éstas, el fenómeno del bufadero es bastante común. Alude a esas cuevas que se forman en los litorales con una grieta o abertura en sus techos a modo de claraboya natural. Cuando las olas se adentran y tapan la boca de estas cuevas comienza la magia.
Las aguas en combinación con el aire que alberga su interior salen despedidas por el orificio superior emitiendo un fuerte “bufido”. De ahí proviene el nombre de este fenómeno geológico: “bufadero.” Una explosión sonora hipnotizante de agua brava y espuma que emerge de las rocas para derramarse luego por ellas fundiéndose en la inmensidad del océano.
El Bufadero de la Garita, en Gran Canaria
El bufadero de la Garita se encuentra en el municipio de Telde, al sudeste de la isla Gran Canaria, en el barrio del mismo nombre. Se trata de un lugar de fácil acceso, aunque paradójicamente poco conocido. Situado geográficamente a lo largo del paseo marítimo que une las playas de La Garita y Hoya del Pozo.
Llegando al lugar, el paisaje te regala la estampa de dos pozos grandes cincelados en la roca. Estos huecos se llenan y se vacían de agua en generosa cadencia al ritmo de las olas. Junto a ellos ese pequeño agujero que lanza el chorro de agua a presión: el bufadero. Aunque también en los dos pozos se genera este efecto chorro en determinados momentos, pero no con tanto ímpetu y fuerza.
Si eres fotógrafo o amante de la fotografía de larga exposición este es uno de los imprescindibles de Gran Canaria. Podrás capturar en tu cámara ese sugerente “efecto seda” del agua en movimiento. Y bueno, conseguir la instantánea del momento justo en que el chorro de agua es expulsado, algo que se convierte en todo un reto para cualquier aficionado de a pie.