Un mirador que desafía el miedo en la isla de La Gomera
Si visitas La Gomera, el Mirador de Abrante es una parada obligada. El cosquilleo en el estómago y esa sensación de estar caminando sobre un cable suspendido en el aire a más de 600 metros de altura es algo que no te puedes perder. Un desafío a la gravedad sólo para valientes que te permitirá disfrutar de unas impresionantes vistas a lo largo, lo ancho y lo alto.
La Gomera y el silbo, patrimonio de la humanidad
La Gomera es una isla preciosa, por doquiera que uno mira un espectáculo de la naturaleza fascinante. Es una isla montañosa, vastas cimas que descienden hasta barrancos profundos. Entramado natural que semejan las venas de La Tierra surcando el entorno, rasgando el terreno camino del mar. Cualquiera se siente pequeño, muy pequeño, ante tal inmensidad, y entiende entonces porqué el gomero inventó su propio lenguaje: “el silbo gomero”, Patrimonio de la Humanidad. Para salvar las distancias en esos barrancos tan hondos, las gentes se comunicaban por el silbo. Un lenguaje muy singular con el que conversan sin ningún problema silbando. Hoy es cultura y tradición del pueblo gomero, y sus niños lo aprenden transmitiendo así ese gran tesoro a las nuevas generaciones. ¡Qué maravilla!
Un planeta lleno de lugares extraordinarios
De siempre he pensado y he dicho que en todas partes existen lugares extraordinarios. En sí mismo este planeta ya merece ese calificativo. Rincones únicos en su belleza donde el ser humano deleita sus sentidos observando, inhalando, sintiendo… En suma, experimentando en todo su cuerpo, mente y alma, esa tríada suprema de vida, raudales de gratas sensaciones, simplemente disfrutando del entorno. Y es que a lo largo del tiempo se puede viajar mucho, sin siquiera salir de casa. Ahí afuera hay un planeta heterogéneo, variado, con diversidad de enclaves hermosísimos. Y como no podía ser de otra manera, aquí y allá la mano del hombre ha inferido, con más o menos acierto, haciendo edificaciones que interactúan con el medio.
Abrante: un voladizo de 7 metros de largo con paredes y suelo de cristal
El mirador de Abrante, construido en 2014 en lo alto del municipio de Agulo, fue diseñado por el arquitecto canario, José Luis Bermejo. Hoy día es, como decimos, un lugar de visita obligada en la isla colombina. Situado en el barrio de La Palmita, para acceder a él hay que llegar al “Centro de Visitantes Juego de Bolas” del Parque Nacional del Garajonay. Allí un pequeño cartel te guiará hacia una carretera estrecha y sinuosa, que te conduce hasta el restaurante y mirador de Abrante.
Para acceder a él tendrás que atravesar el interior del restaurante pero no quita que se respira un aire de inusitada tranquilidad a pesar del trasiego de gentes.
El mirador cuenta con un voladizo de 7 metros de largo con paredes y suelo de cristal, que se adentra en el aire desde el imponente risco de Abrante. Una espectacular obra de arquitectura que sorprende a la vista y se integra en el paisaje cual minúscula visera del impresionante acantilado sobre el que se asienta.
Para acceder a él tendrás que atravesar el interior del restaurante. Suele ser común el fluir de visitantes entrando y saliendo a vivir la experiencia y como no, a sacar fotografías de las vistas. Sin embargo, ello no parece influir en los comensales que se acercan hasta allí para degustar las delicias que ofrece la gastronomía de la isla. Es más, se respira un aire de inusitada tranquilidad a pesar del trasiego de gentes.
Desde Asia hasta Abrante, tan lejos y tan cerca…
Existe en Asia un lugar escalofriante, la famosa y espectacular montaña Aleluya, la de la película Avatar. Se encuentra este emblemático parque en China, y para deleite de los más atrevidos, en lo alto han construido un mirador de cristal que quita el sentido. Yo aún no he visitado ese país, aunque sé que iré un día. Donde sí que he estado es en El Mirador de Abrante. Es pánico lo que azota mis sentidos cuando las alturas bordean mi espacio. Imagínense el sufrir cuando el suelo se precipita en la lejanía bajo mis pies.
Pues definitivamente, me iré a ese mirador en la Montaña Aleluya y andaré sobre su cristalino suelo, miraré al vértigo a los ojos y lo intimidaré con mi valentía recién adoptada. ¿Saben por qué estoy tan segura? Pues porque tuve la fortuna de visitar el espectacular mirador de Abrante y vivir una experiencia única, con las alturas, el vértigo, el miedo, y la osadía que hay en mí y de la que no tenía ni idea que tenía.
Desafiando al mirador de Abrante
Después de disfrutar de un acceso rodeados de laurisilva, y de un vaporoso mar de nubes con el espectro del Teide al fondo, llegamos al mirador. Ahí está, una edificación hecha de cristal y cemento, y colgado del cielo sobre el precipicio. Tiene una pasarela de vidrio de siete metros sobre el vacío, como ya dije. Desde allí se ve perfectamente el pueblo de Agulo cual si lo estuviéramos sobrevolando en las alturas.
Si alzamos la vista y dejamos de mirar a nuestros pies, vemos una impresionante panorámica de la isla de Tenerife al frente, del Teide, envuelto todo en el efluvio de la distancia.
No cabe duda de que el primer paso sobre el acristalado suelo del mirador impone. Y mucho. La sensación de caminar sobre el vacío es indescriptible. Aún no me lo puedo creer pero le di la mano y caminé por el vacío de mis miedos, olvidé el vértigo, el pánico, el pavor, olvidé y solo sentí el momento… Me dijo; “-si no es por ti no lo hago-“, y yo pensé “-no sabes que tu mano me dio el valor-“. Sin embargo, la impresión, el repentino vértigo y el hormigueo nervioso que fluye por tu torrente sanguíneo valen, sin duda, la pena. La estampa visual que se abre frente a tus ojos te envuelve en un maravilloso abrazo de sensaciones finitas e infinitas.
Recomendada la experiencia, es una sensación inolvidable, mágica en su esencia,. Uno se siente colgando en el vacío, caminando en la nada del espacio… Me llenó el momento, me dejó una estela de satisfacción personal, de valía inestimable hacía mi propia persona, que no olvidaré nunca.
El poder de la naturaleza y de cada uno de nosotros es incalculable
Creo que uno subestima muchas veces las propias capacidades, el arrojo y la voluntad que encierran nuestros miedos efímeros. Venimos a este mundo a vivir y muchas veces nos limitamos a vagar por nuestra restringida esfera de confort seguro. Nada como atrevernos a cruzar las fronteras de nuestros miedos. Nada. Porque detrás de los recelos mundanos existe la vida, el simple, mágico y extraordinario acto de romper las cadenas de las limitaciones impuestas por nuestros absurdos recelos. Gracias a la vida por lo que da, espero que cada día de lo bueno, a ustedes y a nosotras, nos siga dando más.
M&B