El mar de nubes en Tenerife, es la mágica consecuencia natural, que se puede contemplar desde la cumbre, por encima de los 1.500 metros aproximadamente, donde los vientos secos y cálidos frenan el ascenso de las nubes. La visión extraordinaria aparenta un océano de algodón. Esta bella estampa se forma en el norte de la isla, por el efecto que ejercen los vientos alisios. Estos benefactores empujan las nubes suavemente contra las cumbres, condensando la humedad en las zonas de medianías, por debajo de los 1.600 y por encima de los 500 metros.
Tres etapas, bajo las nubes, entre ellas, y por encima de las mismas
Este fenómeno de la naturaleza ocurre en las islas más montañosas de Canarias. En Tenerife lo podemos observar subiendo al Teide. Este pico, que es el más alto de España, remonta los 3.800 metros, pero con subir a 1.800 ya podemos disfrutar del espectacular mar de nubes. Cuando se inicia el ascenso hacia el Parque Nacional del Teide, pasamos por tres etapas, bajo las nubes, entre ellas, y por encima de las mismas. Cada tramo tiene su encanto, pero el estar sobre ese mar de nubes, bajo el cielo azul, y rodeados de monte verde, es una experiencia religiosa, indescriptible.
El maravilloso don artístico que tiene la madre naturaleza
Lo cierto es que nunca imaginé ver olas en el cielo, que en realidad es mi suelo. Creo que una subestima a veces, el maravilloso don artístico que tiene la madre naturaleza, este planeta en sí. Desde luego ese tono rosado que le da el astro rey, no lo tienen las crestas de las olas marinas. Para ver ese espectáculo de matices, más que navegar, hay que volar, y en este caso, sin siquiera coger un avión, una puede estar viendo las nubes desde arriba de ellas, mágico.
Fantástico mar de nubes que dibuja olas y mares
Tenerife, fantástico atardecer en las alturas, fantástico mar de nubes que dibuja olas y mares con estratos de bruma, con cirros cual marina espuma. Miren, estaba preciosa la tarde, delante de mis ojos una alfombra de mullido algodón, se extendía al infinito. Lo veía tan cerca bajo mis pies, que desee estar entre aquellas nubes, y de repente, ellas vinieron a mí. En cuestión de segundos subió la bruma a mi altura, me envolvió un suave aliento frío, y ya no alcanzaba a ver más allá de mi vera.
Fue increíble el momento, porque vivida la experiencia, y apenas en unos instantes, aquel torbellino vaporoso volvió a descender y bajo a su altura… De nuevo, nítido el cielo sobre aquel mar de espuma, dejo ver el sol que descendía en el ocaso. Fue un mágico momento, un regalo de la vida, y lo mejor de todo, tener la fortuna de poder volver a aquel lugar, de remontar el mar de nubes sin avión, y sin barco, navegar.