Índice:
ToggleTiene La Orotava mil y un encantos escondidos, y uno de ellos es éste. Se trata del conocido como “La Hijuela del Botánico”. Un jardín muy especial, situado en pleno casco histórico, ideal para perderse por sus vértebras y hacer que, al menos por un rato, se detenga el tiempo.
La Hijuela del Botánico, pinceladas de historia
El jardín data de 1788. Construido a iniciativa del VI Marqués de Villanueva del Prado, D. Alonso de Nava y Grimón, se considera hoy día una auténtica “joya” de la botánica. Con una superficie de casi cuatro mil metros cuadrados, está ubicada sobre una parte del solar que ocupaba el antiguo Convento de San José. Solar que, en su totalidad, hoy incluye, no sólo la Hijuela sino también las Casas Consistoriales y la plaza del Ayuntamiento.
A principios del siglo XX, con motivo de la visita a La Orotava de la Infanta Isabel de Borbón, se colocó alrededor del jardín una verja en la que destaca la puerta de acceso al parque. Otra “joya” de hierro forjado que reproduce formas vegetales, y que, sorprende mágicamente al visitante con una solemne bienvenida.
Inicialmente concebido como un espacio complementario del “Jardín de Aclimatación de La Orotava”, conocido hoy como Jardín Botánico del Puerto de la Cruz, en 2008 fue declarado “Bien de Interés Cultural”, en la disciplina de Jardín Artístico por el Cabildo de Tenerife.
Algo más que plantas
Si por algo es conocido el parque es por la gran variedad de plantas distintas que alberga en sus adentros. Gracias a las peculiares bondades del clima de la zona, allí viven y conviven especies de gran interés histórico y científico no sólo autóctonas sino también traídas de fuera.
Si te adentras a través de sus caminos terrosos podrás encontrarte de frente desde un castaño de la India, o una secuoya del alba de China, hasta un zapote o un majestuoso drago. Pero ahí no queda todo…
Te sorprenderá una charca inesperada con distintas especies acuáticas, que adereza con sus aguas el tibio remanso de paz que destila el jardín. Además, el paseo será amenizado por el canto de las aves que allí habitan, en contraste con el mundanal ruido de sus afueras, y las mariposas y las abejas, juguetearán a tu paso mostrándote los caminos…
Si visitas La Orotava, no dejes de ir por allí, cámara en mano… pues querrás inmortalizar las huellas que dejará el parque en tu retina.