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ToggleEl fenómeno de los guachinches modernos en Tenerife
Los guachinches modernos en Tenerife se han convertido en un movimiento cultural, gastronómico y social que poco tiene que ver con los antiguos. Desde hace décadas, los guachinches tradicionales eran rincones casi secretos, donde familias ofrecían comida casera con vino de cosecha propia.
Hoy, aquellos guachinches se han modernizado, y por otra parte han aparecido lo que se ha dado en llamar guachinches modernos. Lugares con una proyección diferente, más comodidad, más finura, menos guachinche y más restaurante de toda la vida. Lo que los hace apetecibles es esa fusión que hacen de la cocina tradicional canaria, un deleite para el paladar, oiga.
Aquí todo el mundo disfruta de esa mezcla de tradición con modernidad que ofrece la oportunidad del buen comer. Es verdad que ya no tenemos a un bodeguero o a una ventera, diciendo las cuatro cosas que había “pa’ echar debajo” el vino, en cualquier chamizo habilitado para la ocasión.
La vida ha evolucionado y los guachinches se han convertido en lugares más acondicionados donde se sigue vendiendo el vino propio, aderezado con una oferta más amplia de platos típicos. Ahora te sirven platos reinventados que conservan el alma isleña, pero con un giro actual.

¿Desde cuándo existen los guachinches en Tenerife?
Los guachinches fueron tomando forma más concreta en los años 50 del siglo pasado. Esa es, más o menos, la información que he encontrado, pero creo que la reminiscencia de este invento, los guachinches, venía de mucho más atrás.
Mi madre nació en 1933 y, en los años 50, era una guapísima adolescente de ojos verdes y 17 años. Ella nació entre sacos de azúcar, latas de aceitunas, cajas de madera de sardinas saladas… Mi abuelo Barrilete tenía una venta allá por el 33, donde se vendía, además de viandas y productos de alimentación, vino y algún fisco de parra. El vino siempre era de algún vecino, porque mi abuelo no sembraba parras. Se acompañaba el trago con algún alimento de la misma venta: podía ser una lata de sardinas, aceitunas, una cebolla, un fisco de gofio con queso blanco… Y yo me digo: será que de aquellos andares, llegamos a estos senderos.
“Mi madre me contó, que teniendo ella unos 13 años la mandaba el padre a por vino a Las Españuelas, (nosotro de siempre le hemos dicho Las Pañuelas), y en una ocasión, cuando ya venía llegando a Pedro Álvarez, “se trompillo” y adios garrafón y vino…Pero curiosamente mi madre no recordaba una mala reacción de su padre, me decía que lo peor fue tener que volver a buscar otro… Y tener que cargar de nuevo los dieciséis litros de vino, más unos siete del garrafón…” (cada persona que saque su propia vara de medir)

¿Qué es un guachinche -de los antiguos- de la isla de Tenerife?
Cuentan que un inglés y un mago del campo, de esos que plantan una semillita y nace una planta que da muchos frutos, de esos que hacen magia… Un día, allá por los tiempos pasados, se enzarzaron ambos en una conversación de compra-venta de vino, pero ninguno hablaba el otro idioma. El inglés con su “I want to buy the wine you are watching” (quiero comprar el vino que estás tratando) y el mago, que estaba trafegando vino, con su «¡pruebe y compre vino de mio, de guachinche de´se, hombre de Dios!» el viñatero bautizó el término sin saberlo.
Un guachinche “antiguo”, de aquellos años 20-30 del siglo pasado o antes, en la isla de Tenerife, era, en esencia, la forma más humilde y auténtica de vender vino de cosecha propia acompañado de algo “pa’ echar debajo”: gofio, una cebolla, un trozo de queso, unas papas… Si tenías venta, se convertía en venta y guachinche, y si no, en casas particulares en cualquier espacio disponible de la vivienda; si no había, se improvisaba con cuatro palos, unas planchas y una tabla que hacía de mostrador, un chamiso pa´vender el vino. No había mesas ni sillas formales; bastaban cajones, tablones y, eso sí, un trato directo entre vecinos. Iba a decir un trato familiar, pero decidí obviarlo, porque cualquier persona que lea esto y solo conozca el concepto de familia de hoy día, no entendería de lo que hablo.
Los guachinches populares (años 70 del siglo XX)
Los guachinches empezaron a ganar popularidad en los años 70, donde ya se vislumbraba un antes y un después en la historia de los guachinches. Dejaron de ser espacios improvisados para convertirse en lugares más organizados, con un ambiente cuidado, mesas bien dispuestas y cierta intención de atender mejor a la clientela, cada vez más variada y de más lejos. En los años 80 ya se establecieron normas desde los ayuntamientos: los guachinches debían seguir siendo para vender el vino propio. Dado las cosechas de Tenerife, se establecieron cuatro meses de apertura para estos negocios, justificando que el vino era propio y sacando los correspondientes permisos en el consistorio municipal, más tarde aparecería la placa distintiva de Guachinche..

La oferta gastronómica también creció: junto al vino de cosecha propia se empezaron a servir platos tradicionales canarios con más variedad y abundancia: garbanzas, carne fiesta, costillas con papas y piñas -de millo-, conejo en salmorejo, pescado salado… Poco a poco, los guachinches pasaron de ser simples rincones donde vender vino a convertirse en verdaderos puntos de encuentro, lugares donde disfrutar de la esencia culinaria tradicional. Se seguían abriendo en garajes, salones, en estancias de la propia vivienda, y eran atendidos por toda la familia. Puntos de encuentro social, donde familias y amistades se reunían para comer y beber bueno, con sabor auténtico a tierra canaria y además barato. No hay olvidar que las papas, el queso, los huevos y otros alimentos eran de cosecha propia también, o de la zona.
Los guachinches modernos (siglo XXI – actualidad)
Los guachinches modernos del siglo XXI representan la evolución natural de aquella tradición humilde. Muchos se han transformado en espacios más cómodos y accesibles, con decoración cuidada, baños adecuados y cartas más completas que permiten elegir entre una amplia gama de platos. En sus cocinas también se respira un aire nuevo: algunos cocineros y cocineras han sabido introducir un punto de creatividad sin renunciar a la esencia, fusionando recetas canarias de toda la vida con toques modernos que sorprenden al comensal.
Así, lo que antes era un secreto bien guardado de la isla, hoy se ha convertido en un atractivo cultural y gastronómico que identifica a Tenerife, capaz de conquistar tanto a los locales que buscan autenticidad como a los visitantes que llegan con ganas de vivir una experiencia única. Ahora te sirven platos reinventados que conservan el alma isleña, pero con un giro actual. Y en medio de este cambio cultural han aparecido personajes que, sin proponérselo al principio, se han convertido en referentes como son Jonay y Joana.
Jonay & Joana: de comensales a influencers de guachinches modernos en Tenerife
La pareja formada por Jonay y Joana, conocidos como Guachinches Modernos de Tenerife, ha logrado algo que hace apenas unos años sonaba imposible: vivir de compartir en redes sociales su experiencia gastronómica. Con su cuenta de Instagram @guachinchesmodernosdetenerife y su perfil en TikTok, documentan visitas a bares, restaurantes y guachinches modernos, comentando la comida, el ambiente y hasta el trato del personal, un completo.
Empezaron como cualquiera: dos personas que disfrutan de salir a comer. Pero con constancia, carisma y autenticidad, fueron ganando seguidores. Hoy en día superan los 162.000 seguidores en Instagram y los 75.000 en TikTok, además de mantener una comunidad de más de 126.000 suscriptores en Facebook. No son números vacíos: detrás de cada seguidor hay alguien que quiere saber dónde ir a comer bien, qué probar, qué sitio merece la pena.
La magia de lo auténtico nos trae opciones para elegir
En un mundo donde la publicidad es invasiva y los anuncios muchas veces suenan falsos, el secreto de esta pareja es la naturalidad, lo espontáneo, y esa capacidad de describir los sabores. No usan frases de catálogo, no hablan como si fueran presentadores de telediario, ellos saborean y comparten, tal cual.. Hablan como aquí se habla: con el “mi niño”, con expresiones que refuerzan lo degustado, con risas que no se pueden fingir. Ese “mi niño, esto está brutal” engancha más que cien reseñas en Tripadvisor. Es verdad que ellos no solo recorren guachinches, pero de su experiencia culinaria todo es aprovechable. Se les ve que tienen claro que la clave es disfrutar a la par que transmiten su pasión por la comida canaria.
Críticas y controversias
Claro, no todo el mundo está de acuerdo con esta transición, estas modernidades. Siempre hay quien dice que los guachinches modernos rompen la esencia tradicional, que se convierten en negocios más cercanos a un restaurante que a un guachinche auténtico. Y también, hay voces que critican a los influencers por “vivir del cuento”. Pero, si lo piensas bien, ¿no es justo que alguien que dedica horas, que genera movimiento económico y que difunde la cultura de las islas, reciba algo a cambio? Yo veo una labor versus una recompensa.
Entre tradición y modernidad
Los guachinches modernos en Tenerife no son una traición a la tradición, sino una evolución. No todo el mundo quiere comer en un garaje con bancos de madera, y eso no quita que quienes lo prefieren sigan teniendo dónde ir. Hay sitio para todas las personas: para el guachinche antiguo de siempre y para el guachinche moderno que experimenta con sabores nuevos.
Influencers canarios y la economía local
Jonay y Joana no son solo creadores de contenido, son parte de un fenómeno económico. Cada vídeo que publican mueve a personas a visitar un local. Eso significa mesas llenas, empleo, movimiento de proveedores y, en definitiva, más vida en los pueblos de Tenerife. Gracias a ellos, muchos turistas descubren qué es un guachinche moderno. Porque sí, los vídeos cruzan el charco y llegan a personas que nunca han pisado Canarias. Se convierten en una ventana de lo nuestro hacia el mundo, mostrando que aquí no solo hay playas bonitas, naturaleza única, sino también una gastronomía con carácter y personalidad.
Entre el ayer y el hoy de los guachinches canarios
Más allá de nombres propios, lo cierto es que los guachinches son memoria viva de Tenerife. Nacieron como refugio humilde donde compartir el vino de la casa y un plato sencillo, y han sabido sobrevivir a los cambios de época. Los guachinches modernos, con toda su innovación y comodidad, no borran el pasado; lo reescriben a su manera. Al final, tanto los garajes con olor a leña como los locales con carta cuidada comparten la misma esencia: ser un punto de encuentro, un lugar donde la comida se mezcla con la conversación y donde la identidad isleña se sirve en cada plato. El futuro traerá más transformaciones, pero el alma de los guachinches seguirá latiendo fuerte, como siempre, entre vino, risas y buena compañía.



