Si hay un lugar de parada obligada para los visitantes de la isla de Fuerteventura, ese es el Mirador de Guise y Ayose. Y es que, es imposible no quedar impactado si vas por la carretera y te encuentras con estas dos esculturas de bronce impresionantes. Veamos algo más sobre este mirador que, además por las espectaculares vistas, sorprende por su enclave, su historia y su esencia.
Guise y Ayose: retales de historia
De camino a Betancuria, un poco antes de llegar y pasado el Mirador de Morro Velosa, te encontrarás con estas espectaculares figuras. Dos esculturas impresionantes de más de 4 metros, obra del artista Emiliano Hernández.
Representan a los dos antiguos “reyes” de Fuerteventura antes de la conquista: Guise y Ayose. Cada uno gobernaba los dos reinos en que se dividía la isla: Maxorata y Jandía respectivamente.
Cuando llegaron los conquistadores en 1402 con Jean de Bethencourt y Gadifer de la Salle a la cabeza, ya existía esa división de territorios, separados por un muro defensivo, pues Guise y Ayose estaban fuertemente enemistados. Se cree que ese muro estaba en aquel tiempo, donde hoy se encuentra el mirador.
Guise y Ayose, pronto empezaron a ser conscientes de que no podían resistir mucho tiempo más contra los europeos así que solicitaron consejo a Tibiabin y su hija Tamonante. La primera, ejercía de sacerdotisa en ceremonias y ritos y tenía el don de predecir el futuro. La segunda impartía justicia en los dos reinos. Ni que decir tiene que ambas, madre e hija fueron mujeres muy influyentes de la época y ejercían de consejeras de los reyes mahos.
Tibiabin y Tamonante aconsejaron a los reyes rendirse junto a sus hombres ante los conquistadores. Y como consecuencia, 1405 se celebraron las ceremonias de rendición y bautismo de ambos, recibiendo los nombres de Luis y Alfonso respectivamente.
Las vistas desde el mirador
Si tienes la oportunidad de visitar Fuerteventura, el mirador de Guise y Ayose será de visita obligada. Y no sólo por las impresionantes figuras de los reyes mahos que te reciben en él, que no te dejarán para nada indiferente. Desde allí podrás disfrutar además de unas vistas inmejorables, que harán las delicias de cualquier retina sensible al paisaje: el norte de la isla y el Valle de Betancuria desde lo alto en todo su esplendor te rinden homenaje en una extraordinaria ceremonia visual.